Pasar desapercibida...

¡Pero qué sensación taaan estupenda! Me encanta ser una más del montón, que no me mire nadie, ir a mi bola. Está claro, que parte de culpa de esto la tiene el que ya no llama tanto la atención mi obesidad, pero en parte, también la tiene mi cabeza. Antes era incapaz de comer algo por la calle o comprarme una chocolatina en cualquier tienda, ¿ahora? Ahora me da igual. Y no es que esté delgada para que la gente no critique (o crea yo que critica), es que ahora mi chip ha cambiado, y aunque la gente no lo sepa, yo sí lo sé y de vez en cuando, me lo puedo permitir.

Pero es que además, hace poco me encantó más que nunca pasar desapercibida. Cuando iba a las reuniones del cole de mi hija (tiene 4 años), me tocaba estar de pie, o sentada en una mesa, o pedir una silla más grande. ¡¡Pero se acabó!! Ahora escucho atentamente a la "seño" desde la silla de mi hija, una silla pequeñita, del tamaño de ella, pero en la que se sienta cada madre en las reuniones, y yo ya soy una de ellas, ya no tengo que pedir una más grande porque no quepo.

Qué grande la sensación y qué bien pensar que cada vez sobresalgo menos del grupo de madres del cole, qué tranquilidad pensar que cada vez hay menos posibilidades de que mi hija lo tenga que pasar mal por comentarios inoportunos.

Te cambia la vida desde que tomas la decisión de pasar por quirófano, pero el día a día después de volver a nacer, es increíble. Cada día que pasa es mejor que el anterior. Y cada día que llega lo esperas con ganas de comerte el mundo. ¡Es genial!